La desigualdad no siempre es injusta. Toda las sociedades justifican algunas manifestaciones de la desigualdad y condena otras. Las justificaciones de la estratificación social varían a través del tiempo y de cultura a cultura.
El sistema estamental de la edad media se apoyaba en la doctrina de la iglesia, era algo querido por Dios. La iglesia justificaba un sistema que obligaba a la mayor parte de la población a trabajar como siervos al servicio de sus señores y a proteger sus dominios del espíritu del mal, o del pecado. Así, cuestionar el orden social suponía enfrentarse a la iglesia y a Dios mismo.
Con la llegada de la revolución industrial, la elite capitalista reemplazo a la nobleza como clase dominante. Con ello triunfo un nuevo sistema de creencias que justificaba o explicaba las desigualdades. La elite capitalista ya no podía aceptar la idea que la posición social viene determinada por el origen familiar. La nueva ideología defendía que los individuos más capaces o más emprendedores deberían ocupar las posiciones de dirigentes en la sociedad.
John Rockefeller pensaba que la riqueza y el poder de los empresarios eran el justo premio a su esfuerzo e iniciativa. Para Rockefeller, que los más capaces consiguieran mas fortuna no debía sorprender a nadie: Era una ley natural. De la misma forma que los ricos se habían ganado su riqueza, los pobres se habían ganado su pobreza .Esta ideología puramente darwinista sirvió no solo para justificar la desigualdad social, sino también para culpar a los pobres de su situación.
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